Psicología y Medicina Estética, unidas por un hilo invisible
Psicología y Medicina Estética van de la mano en el tratamiento de las emociones. Una de nuestras mayores preocupaciones a nivel estético es que nuestro rostro parezca triste y cansado. ¿Cuántos de nosotros no hemos practicado distintas expresiones delante del espejo? Ensayamos posturas, repetimos selfies, cambiamos poses o juzgamos a los demás por la expresión de su cara.
La psicología y la medicina estética van íntimamente relacionadas, ya que muchas veces acudimos al profesional pensando en la imagen que queremos proyectar sin tener en cuenta el estado de nuestra piel, edad y anatomía. Es el médico el que ha de ser honesto y saber decir que no, cuando sea preciso, sin temor a perder al paciente. En otras ocasiones, el médico tendrá que tener una visión estética objetiva para saber qué zonas tiene que tratar e intentar extraer la mejor versión de los pacientes, sin llegar a transformarlos.
La comunicación entre médico y paciente es primordial. Es necesario explicarle a la persona que se pone en manos de un especialista el tipo y grado de envejecimiento que tiene, es decir, la realidad, así como enfrentarle a su propia imagen a través de un espejo o foto para que comprenda y asuma qué tratamiento es posible y beneficioso aplicarle.
La cara es el reflejo del alma y las emociones. Medicina estética y psicología para tratar las emociones.
Muchos de nosotros apostamos por el uso de la imagen personal para sentirnos bien, ya que no solo nos condiciona la imagen exterior que tengan de nosotros sino también la que tenemos en nuestra mente. Nuestras expresiones se reflejan en el rostro de tal manera que los demás las perciben e interpretan.
Una persona que se siente feliz por dentro se nota por fuera, pero para llegar a eso tenemos que trabajar nuestra propia felicidad. La clave está en nosotros. Los retoques estéticos han potenciar los puntos fuertes de cada uno, aceptando que el paso del tiempo es para todos igual y que cada momento tiene sus cosas buenas.
Los retoques estéticos no sólo eliminan arrugas y mejoran la flacidez, también sirven de apoyo a nuestro bienestar psicológico a través de tratamientos orientados a conseguir que las emociones que refleja el rostro correspondan con las que realmente sentimos.
Por desgracia, el paso del tiempo ocasiona cambios en nuestra expresión facial que muchas veces no se corresponden con lo que realmente sentimos pero que acaban por repercutir en nuestros sentimientos. Corrigiendo esa expresión exterior logramos recuperar el equilibrio entre los que sentimos y lo que reflejamos y mejorar nuestro bienestar psicológico.
En estos casos, el tratamiento procura hacer coincidir la expresión exterior con la interior, ya que, muchas veces, una expresión global fijada en el rostro viene precedida de una época de falta de sueño o mucho estrés que finalmente queda marcada en el rostro mostrando una expresión falsa que no se corresponde con la realidad.
Los 3 tipos de emociones que se reflejan en el rostro.
- Cansancio → ojeras + bolsas + descolgamiento del párpado superior + pérdida de definición del óvalo facial + descolgamiento facial.
- Estrés o enfado → ceño fruncido + depresión de la frente + código de barras + arrugas en las aletas nasales.
- Tristeza → caída del canto de los ojos + marcado de líneas de marioneta y comisura de la boca + descolgamiento de la cola de la ceja + caída del párpado inferior.
La importancia de escoger los mejores productos: buen producto + buen profesional.
La elección del material es fundamental, hay que saber elegir los mejores productos, pues no todos los hilos pdo, ácidos hialurónicos o dispositivos de microneedling son iguales ni aportan los mismos resultados.
Para determinar en cuál de los tres grupos de expresiones se engloba cada rostro, es preciso realizar un diagnóstico previo para analizar los factores que están en la base de la expresión o el reflejo de esas emociones. Dependiendo de la predominancia de unos factores u otros, se aplicarán diferentes técnicas médico-estéticas o una combinación de ellas como, por ejemplo, láser para la corrección de sombras, toxina botulínica para modular la musculatura facial, agentes tensores como los hilos reabsorbibles de pdo o rellenos voluminizadores, ya sean de ácido hialurónico o hidroxiapatita de calcio, para reposicionar los volúmenes faciales y redibujar el óvalo.
En definitiva, los pacientes tratados desde la perspectiva de recuperar una expresión facial que muestre emociones positivas, experimentan un incremento de su autoestima y energía vital.